Capítulo V
Hacía ya unas semanas de todo
aquello y mi vida había vuelto a la normalidad salvo por una cosa. Una cosa
pequeñita e insignificante. Y es que cada noche, sin excepción, tenía que
volver a ver aquellas fotos. Sólo para asegurarme de que había sido real. De
que no había sido un sueño o producto de mi imaginación. Nuestra mente es débil
y con el paso del tiempo es más difícil recordar pequeños detalles y sucumbimos
a sus juegos caprichosos empeñados en confundirnos, transformando lo real en
imaginario y haciendo la fantasía tan real como uno mismo. Y es peligroso. Por
eso veía las fotos, por eso sentía la imperiosa necesidad de contemplarlas cada
noche. Para asegurarme de que todo había ocurrido de verdad.
Ni qué decir que todo aquello
había abierto en mi un apetito insaciable de música. Quería volver a sentir lo
mismo. Quería volver a sentir aquella arritmia antecedente de desvanecimiento,
el temblor en las piernas, el sudor frío recorriéndome la espalda, la sonrisa y
las lágrimas en los ojos. Quería recuperarlo y quería ser capaz de controlarlo.
Había pasado muchas noches en vela tratando de encontrar una canción que me
hiciera sentir todo eso de nuevo, pero sin éxito. Comencé a pensar que no era
la música en sí, sino que había sido la situación. Él, el piano, la luz y yo
allí, de pie en la soledad oscura de aquél apartamento.
Era viernes. Un viernes
perezoso y lleno de lluvia. Un viernes de manta, helado y peli. Ese tipo de
viernes en los que apenas te apetecía salir de casa a menos que fuera
imperiosamente necesario. Y realmente no tenía ganas de salir. Quería seguir
recreándome en aquella noche dentro de mis sábanas. Poner a Yann Tiersen y
olvidarme un rato de todo lo que tenía en la cabeza. Había aplazado ya tres
veces una cena familiar. Había cancelado la cita que tenía con el médico. Había
dado plantón a Jimena.
Había olvidado recoger los
certificados de la Universidad y por último había pasado dos días alimentándome
a base de yogur por no querer bajar al supermercado.
Estaba llegando a mi límite.
Ya no quedaba yogur.
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